La sirena de una de las unidades de Cuerpo de Bomberos terminó por ilusionar a los pequeños que salían de los cuatro puntos cardinales de la comunidad para reunirse en torno a una improvisada placita. ¿Dé que se trata esto? Era la expresión más fácil de entender en los pequeños, algunos corrían hacia los vehículos y otros no se despegaban del regazo de su madres.
De la perplejidad del momento, los niños pasaron a expresiones de felicidad apenas descritas cuando vieron cientos de juguetes en las camionetas, los grupos de apoyo bajaron y colocaron una enorme manta con la leyenda “Manos Unidas por una sonrisa” y pidieron que se hicieran dos filas, una de niños y otra de niñas.
Entre los organizadores reinaba una tensión, en parte por el sentimiento del deber cumplido, pero a la vez sorprendidos por la enorme necesidad de nuestros hermanos que viven en la montaña.
“Manos Unidas por una Sonrisa” es una campaña lanzada por la estación de radio por Internet “Rioverde Digital”, apoyados por el Honorable Cuerpo de Bomberos, con asesoría del Sistema Municipal DIF de Rioverde y que tuvo una respuesta favorable de distintos sectores de la sociedad rioverdense incluso una familia originaria de San Diego y que ha hecho su vida desde hace muchos años en San Antonio, Texas acompañó la caravana, además de gente de Monterrey y de Houston.
San Isidro de V
“Les queremos alegrar la navidad, tenemos juguetes para ustedes, ¿Qué le pidieron a Santa Clous?, gritó uno de los voluntarios.
Reunidos como alrededor de una fogata, los niños recrearon un círculo y fueron agasajados por los miembros de la caravana, dulces, refresco, galletas y su juguete,
“No hay dinero, de hecho, poco celebramos la navidad por estos lugares señor”, manifestó Asención Martínez, mientras sostenía a su bebé de meses de nacido y dos de sus hijos eran parte del circulo de amistad.
Hubo tantos detalles, pero ninguno cercano al de Juanito de Mesas de San Isidro, quien llegó a la entrega con unos zapatos que contrario a cubrirle sus pies, lo dejaban a la intemperie, con unas suelas gastadas y
La cruda realidad de los sectores poblacionales más alejados de la mancha urbana es un tema que con sensibilidad es fácil de entender, pero se requieren de esfuerzos continuos y periódicos para llevar a un estado satisfacción a la gente de la montaña, coincidían aquellos que tuvieron la suerte de viajar a esos lugares.
El festival desarrollado en San Isidro de Vigas, quedará en los corazones de los niños y en el agradecimiento sincero de sus padres, fueron dos horas de sorpresas, piñatas y momentos de reflexión, no obstante, la caravana debía seguir su camino hacia otro lugar maravilloso: El Lucerito.
Antes de llegar al lucerito, el conjunto de camionetas vio a su paso varias comunidades, levantando con ello expectativas, lo hicieron por San José de Canoas, Tanque de San Juan, Puente Prieto, Cañada Grande, cruzando por terracería un gran territo
Y es que “El Lucerito” no es más que una sola casa al sur de Cañada Grande, ubicada en lo más alto del cerro, para llegar se utilizó un camino de reciente construcción, que es toda cuesta, con voladeros al costado derecho. Un temor se apoderó de los conductores quienes en silencio median la probabilidad de no llegar al destino final y apostaban a la confianza de los motores de las unidades que al final respondieron ascendiendo la ruta.
Mientras cruzaban los cerros se abría un paisaje que llenaba nuestras pupilas ¿Habíamos subido tanto? Lo diminuto de la carretera federal 70, la presencia de los autos apenas susceptible a tanta distancia por el reflejo del sol en los parabrisas y las figuras geométricas creadas por las milpas y las huertas era un panorama que muchos en la caravana no conocían.
Uno de los más entusiasmados por la vista era Manuel Moreno, nacido en la comunidad de San Diego, y ciudadan
Y así lo hicieron, no sólo cumplieron trayendo regalos desde Estados Unidos, sino acompañando a la caravana porque “es un recuerdo que jamás olvidaremos”, dijo Mara, una chica de Monterrey que más impulsó en línea el movimiento originado en Rioverde.
Al llegar a El Lucerito, algo llamó poderosamente la atención, a tal altura y en el filo del cerro, el aire pegaba a una fuerte velocidad, esa fue la característica de la
En el Lucerito los voluntarios compartieron su comida con los presentes, por supuesto que tenían apetito y quien no va a tenerlo cuando tienen que caminar dos horas entre la sierra, El Lucerito se encuentra tal vez a una distancia no muy bien calculada en kilómetros, pero sea en burro, a caballo o a pie, se hacen dos horas desde Puerto de la Yerbabuena, Joyas de Ventura, Joyas de San Isidro y Ban
En el filo del cerro había mucho que observar, el cerro del campanario, los enormes robles, pero llamó la atención las láminas de unas casas que se apreciaban justamente enfrente, en la otra muralla de cerros. ¿Qué es allá?, preguntó uno de los asistentes y la respuesta lo sorprendió aún más: Joyas de Durazno.
Joyas de Durazno fue el tercer punto de la caravana, se ubica justamente enfrente de El Lucerito a, el camino más fácil a Joyas es bajar por lo menos tres cerros, llegar al arroyo y comenzar de nuevo el ascenso, pero todo esto por veredas, no hay acceso a camionetas.
La única ruta posible para los vehículos fue bajar de nueva cuenta a Cañada Grande y tomar otro camino hacia Joyas de Durazno, el viejo camino a Rosa de Castilla.
La llegada a joyas lo antecede un anuncio del parque estatal “El
Al filo de las cuatro de la tarde, en la plaza de esa comunidad, un lugar que no tiene puntos planos y que hace imposible que los niños jueguen a la pelota porque en un descuido esta podría irse a varios kilómetros de distancia, la caravana llegó a su último punto.
Las sonrisas de los niños no pueden etiquetarse porque son las mismas en la ciudad, en las colonias, en las comunidades o en la alta montaña, pero la sonrisa de un niño que nunca ha recibido un regalo tiene una sensación especial, esa sensación la llevarán en sus corazones todos quienes participaron en “Manos Unidas por una Sonrisa”.