Palabras de la Presidenta del SMDIF Rioverde, Sandra Méndez Dorantes, durante la Celebración del Día de la Enfermera, 6 de enero de 2010
Celebrar a aquellas y aquellos que cuidan de nuestra salud nos representa un gran júbilo.
Quiero agradecer al Dr. Héctor Araiza Calvillo, director de esta clínica Hospital y muy especialmente a la Licenciada en Enfermería Verónica Gutiérrez, su amable invitación a este celebración.
Esta mañana, luego de pedir a Dios por cada uno de Ustedes, quiero hablar no como autoridad o gobierno, sino como ser humano, un ser humano agradecido por su labor de todos los días, un trabajo que en ocasiones no ve horarios para comer o descansar.
Todos sabemos que ser enfermera o enfermero es más que una carrera, es una mezcla de ciencia, corazón, fortaleza y humanidad.
Ustedes están tocados por la mano de Dios para cuidar lo más preciado que Él nos dio: La Vida.
Tenemos que reconocer que su trabajo no acepta ningún error, y por eso su responsabilidad es mayúscula.
Les pido a Ustedes que nunca dejen de sorprenderse por el dolor del prójimo, que nunca pierdan su solidaridad, su humanismo y su don de servicio.
Hoy se han dado tiempo de celebrar, pero en un rato más tendrán mucho trabajo por realizar.
Sepan ustedes que sus pacientes esperan de Ustedes una palabra de apoyo, que a veces es más efectiva que cualquier medicina.
Quisiera recordar una frase de la Madre Teresa de Calcuta, quien durante más de cuarenta años ayudó a los enfermos y moribundos: El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio.
Su servicio es el que hoy estamos festejando.
Enhorabuena y muchas felicidades.
Celebrar a aquellas y aquellos que cuidan de nuestra salud nos representa un gran júbilo.
Quiero agradecer al Dr. Héctor Araiza Calvillo, director de esta clínica Hospital y muy especialmente a la Licenciada en Enfermería Verónica Gutiérrez, su amable invitación a este celebración.
Esta mañana, luego de pedir a Dios por cada uno de Ustedes, quiero hablar no como autoridad o gobierno, sino como ser humano, un ser humano agradecido por su labor de todos los días, un trabajo que en ocasiones no ve horarios para comer o descansar.
Todos sabemos que ser enfermera o enfermero es más que una carrera, es una mezcla de ciencia, corazón, fortaleza y humanidad.
Ustedes están tocados por la mano de Dios para cuidar lo más preciado que Él nos dio: La Vida.
Tenemos que reconocer que su trabajo no acepta ningún error, y por eso su responsabilidad es mayúscula.
Les pido a Ustedes que nunca dejen de sorprenderse por el dolor del prójimo, que nunca pierdan su solidaridad, su humanismo y su don de servicio.
Hoy se han dado tiempo de celebrar, pero en un rato más tendrán mucho trabajo por realizar.
Sepan ustedes que sus pacientes esperan de Ustedes una palabra de apoyo, que a veces es más efectiva que cualquier medicina.
Quisiera recordar una frase de la Madre Teresa de Calcuta, quien durante más de cuarenta años ayudó a los enfermos y moribundos: El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio.
Su servicio es el que hoy estamos festejando.
Enhorabuena y muchas felicidades.
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